domingo, 9 de febrero de 2014

Muelle, 1966-1995


¡Qué viejos que vamos siendo! A veces una casualidad nos lo recuerda. El viernes pasado estuve en Los Ángeles (Chile, no USA). Fui y regresé en bus, por lo que estuve toda la tarde haciendo tiempo, después de haber visitado una linda iglesia que ha quedado rodeada (atrapada más bien) entre dependencias hospitalarias.

El caso es que caminando por la ciudad entré en una librería y compré la última novela de Arturo Pérez-Reverte, el francotirador paciente, 2013. Ya la he terminado. No será Arturo el mejor escritor de estos últimos años, pero a mí me gustan sus novelas. Sobre todo una, el húsar. E intuyo que a él también le gusta aquella vieja y pequeña historia, escrita cuando todavía era corresponsal de guerra.

Novela inspirada en el mundo del grafiti, la última novela de Pérez-Reverte me ha recordado la cantidad de veces que vi, entre 1985 y 1990 (quizá unos antes antes, unos atrás atrás) la firma de Juan Carlos Argüello, chico de mi generación (yo nací en 1965, él en 1966).

¿Qué habrá sido de Muelle?, me pregunté en más de una ocasión. Ayer supe que murió joven, en 1995, victima de un cáncer fulminante. También ayer supe que solo se conservan dos de los cientos de firmas con las que inundó Madrid, nuestro querido Madrid, en aquellos últimos años del siglo XX.

Creó escuela. En un mundo todavía sin internet encontró su forma de expresión, quizá por casualidad, gracias a una tendencia nacida en New York: el graffiti.

¿Por qué dejó de firmar? Ayer supe que lo dejó en 1993, cuando pensó que su mensaje estaba agotado. No lo creo. Nunca dejó de estar agotado. Muchos fueron los que le siguieron: muchachos armados con aerosoles que siguen buscando su lugar en el mundo. O al menos, su lugar en su ciudad. Les admiro por querer salir de su predestino.

Fue un pionero. He conocido algunos a lo largo de mi vida. A Muelle no le conocí en persona, pero mis amigos y yo, mis compañeros y yo, hablábamos de él y de su firma. Quizá por eso siempre me gustó el grafiti. Quizá por eso me atreví a proponer algo parecido en la esquina de las calles Orellana y Campoamor.

Arte urbano, grafiti, graffiti, steet art, mucho ha llovido desde entonces.

Ayer supe de la muerte de Muelle. Lo siento de verdad.

Luis Cercós
Santiago, Chile