miércoles, 30 de octubre de 2013

Fernando Savater, San Sebastián, 1947


Este blog que escribo es mi única relación con las redes sociales. Tuve página en facebook, pero era adictiva para mí, peligrosamente obsesiva, y me borré. Nunca tuve twitter. Pero disfruto escribiendo aquí y cubro con este espacio la vieja atracción que algunos seres humanos tienen/tenemos por los diarios, ya sean de viajes, ya sean simplemente un relato de lo que ocurre cada día. Releo lo que escribí, lo que pensaba, y a veces ya no estoy de acuerdo conmigo mismo, pero no importa, parece que sigo creciendo. 

A pesar de que no tengo nostalgia de España -si, por supuesto, nostalgia de gente que quiero allí, en una fila que encabezan mis dos hijas mayores-, cada vez que aterrizo en Buenos Aires devoro El País (siempre lo digo: es fácil comprar El País en San Telmo, no tanto en otros lugares de América Latina). Este periódico es, para mí, por encima de sus muchos defectos, el mejor diario que yo puedo leer (ojalá yo hubiera sido tocado con el don de lenguas, pero solo puedo leer de forma consecuente lo escrito en el idioma que aprendí de mi madre. Sí, estoy tentado de seguir estudiando inglés, o francés, o portugués, pero hace tiempo que decidí dedicar ese valioso tiempo a seguir estudiando sobre mi profesión y manejar cada día un mejor y más mestizo español). 

Cada vez me interesan menos -poco, muy poco- las noticias nacionales, por lo que una gran parte del diario, solo me sirve para entretenerme pasando sus páginas. Pero en muchas de esas páginas impresas aparecen personajes que admiro. Uno de ellos, ya he hablado en otras ocasiones de él, es Fernando Savater. Me encantan sus artículos, "despierta y lee". Ayer, 29 de octubre, otra perla, "dar caña" (como el mismo recordaba, "en otra época, dar leña, o dar cera). Es decir, agredir. Mucha gente agrede en esta época crispada. Y reflexiona así el filósofo: 

"No me resulta fácil comprender por qué este tipo de vociferantes despierta tan morboso deleite en personas que en otros asuntos prácticos de la vida atienden argumentos y no a iracundos rebuznos. Siempre me he resistido a creer -aunque no faltan pruebas que la abonan- en la teoría que expuso Enrique Lynch en un artículo hace bastantes años: que los españoles sentimos una suerte de veneración por los energúmenos. ...

Hay también una explicación ética del asunto. El sutil filósofo alemán Odo Marquard ha explicado la diferencia entre tener conciencia moral o convertirse en conciencia moral. Tener conciencia moral es algo que desasosiega y obliga a una permanente autocrítica: en cierta forma, tener conciencia es siempre tener mala conciencia.". 

Fernando Savater. Siempre, un maestro. 

Desmesura y Activos Tóxicos


Entre 675.000 y 815.000 viviendas nuevas se encuentran sin vender en España en estos momentos y 500.000 más sin terminar. La conclusión: la actividad constructora casi ha desaparecido y todo un sector (empresas, profesionales, artesanos) no tiene trabajo alternativo que realizar, al menos en la mayor parte de la península ibérica. No es de extrañar que 2.000.000 de españoles vivan ya en el extranjero, la mitad de ellos en países de América Latina.

Ya hablaremos en otra ocasión del flujo migratorio, porque en esta entrada prefiero centrarme en las terribles consecuencias económicas de la burbuja inmobiliaria. A estas alturas de la película quizá José María Aznar ya haya dejado de alardear sobre los resultados económicos de una gestión que llevaría, con ayuda de las dos siguientes legislaturas socialistas claro, a España a la mayor crisis de los últimos 100 años. Guerra Civil aparte, por supuesto.

Durante los años de mayor actividad en la construcción, se construía en España a un ritmo de 600.000 viviendas al año. Hoy, en el primer semestre de 2013, apenas se han vendido 20.770. En muchos lugares de España, las viviendas no valen nada, bien por calidades, o bien por ubicación. Es terrible la conclusión de los expertos: "viviendas que no valen nada y que solo tienen costes para el contribuyente".

La Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb) aprobó en marzo de 2013 un plan de negocio que reserva 103 millones de euros para demoliciones de edificios que nunca se terminarán de construir, en muchos casos esqueletos estructurales que llevan ya casi 5 años abandonados y que deriva un alto grado de deterioro que impediría la viabilidad técnica de su reciclaje. Pero además, ese stock perjudica gravemente al valor de las viviendas de su entorno, pues altera los precios de tasación (si es que las "tasaciones" tienen alguna legitimidad técnica y moral después de lo que ellas mismas -me refiero, entiéndase, a las sociedades de tasación y a los "profesionales" de la hoy denostada profesión de tasador- provocaron).

En cualquier caso la decisión a tomar indica que el camino pasa por terminar las obras de inmuebles que se encuentren en zonas consolidadas y demoler todas aquellas estructuras -castillos en el aire- cuyo coste de terminación fue superior al de demolición, en un panorama en el que las posibilidades de venta son prácticamente nulas.

Fuente principal: El País, la piqueta amenaza los edificios fantasma, vida&artes, página 26 y 27, martes 29 de octubre de 2013.

Luis Cercós
Buenos Aires

Colmenas, chabolismo vertical, contemporaneidad



¿Realidad o ficción? Aunque no estoy completamente seguro de su autoría, creo que estas dos fotografías son obra del fotógrafo belga Filip Dujardin que ha recopilado imágenes de edificios que bordean ambos límites. En parte fotografías reales y algún retoque digital.

A mí, ambas fotos me sugieren muchas cosas, pero mucho más interesante me parece la primera foto que la segunda.

Luis Cercós
Buenos Aires, Argentina

lunes, 28 de octubre de 2013

Ciencia y Posciencia en América Latina (II)


Quienes me conocen saben que aunque nací en Madrid y tengo hijas españolas, también soy padre latinoamericano y, fundamentalmente durante el último lustro e intentado ver el asunto de la colonización española sin fundamentalismos de ningún tipo: ni todo fue tan maravilloso como estudié de niño, ni tan rotundamente vergonzoso como se escribe en muchos medios de este lado del Atlántico (escribo hoy desde Buenos Aires). Todo eso intenté explicarlo a propósito de mi conferencia en la Sociedad Central de Arquitectos del pasado mes de octubre, "Patrimonio e Ideología" y que tenía como excusa la sustitución de la escultura de Cristobal Colón en Buenos Aires por una estatua de Juana Azurday, guerrillera de la Independencia y coronel del ejercito argentino, oriunda de Sucre (Bolivia) y ascendida a general a título póstumo.

Pero como ya hemos explicado en la entrada anterior, el modelo de colonización que España llevó al Nuevo Mundo mantuvo las características básicas de su cultura y estructura política, social y económica. Lo que ocurrió en España a propósito del retraso científico también repercutió en el retraso latinoamericano.

Vuelo a citar la obra de Helio Juaribe, "Ciencia y Tecnología en Contexto Sociopolítico de América Latina", redactado en 1971 pero vigente todavía:

"Según cálculos de Roberto Simonsen, las colonias expañolas produjeron de 1493 a 1803, más de 1 billón de libras esterlinas de plata y 100 millones de oro; en cuando a Brasil, en el mismo período, produjo cerca de 200 millones de libras esterlinas de oro -además de diamantes- proveyendo América Latina, en conjunto, el 90% de la riqueza metálica que alimentó a Europa, hasta comienzos del siglo XIX. Paralelamente, la producción azucarera de Brasil se elevaba, rápidamente, a fines del siglo XVI, alcanzando en la primera mitad del siguiente, un valor anual medio de más de 2'2 millones de libras esterlinas". 

Lo terrible de todo esto, tanto para España, Portugal, como para América Latina, es que la tecnología necesaria para el desarrollo de esta economía no implicaba complejidad teórica y los descubrimientos científicos en América Latina no se acercaron en forma sensible hasta la segunda mitad del siglo XVIII, una vez que la Ilustración consiguió, por fin, poner fin a la larguísima cultura medieval española.

Luis Cercós
Buenos Aires, Argentina
Apuntes para una teoría latinoamericana de restauración: la restauración poscientífica.

Ciencia y Posciencia en América Latina (I)




¿Por qué no se desarrollaron las actividades científico-tecnológicas en los países latinoamericanos, de la misma forma en que lo hicieron en otras áreas geográficas del mundo? Parece evidente que uno de los condicionantes tiene que ver, precisamente, con el legado cultural español y la propia tradición científica de la península ibérica. En este pequeño artículo daremos una primera aproximación a esta circunstancia.

El desarrollo científico también tiene que ver con la propia evolución del Cristianismo y con la forma en que la religión se vivió tanto en España en confrontación a cómo lo hizo en el resto de Europa. Nos referimos a planteamientos que se alejaron, no así en España, de la visión cristiana del mundo que definía un comienzo de todo (la creación) y un fin (el Juicio Final) absoluto.

A partir del siglo XVI la incorporación de los territorios americanos a la Corona de España, separó el curso evolutivo de los reinos ibéricos del resto de Europa. Lo que en un momento fue una entrada ingente de riqueza, se transformó en un problema estructural que terminaría afectando al desarrollo científico de la península ibérica.

Por otro lado, para que la ciencia evolucione se requiere primero una "cultura racional" como lo fue la griega y como se configuró quizá en origen la cultura cristiana, aunque luego evolucionase ésta última en fundamentalismo religioso que negase precisamente la razón. Y en segundo lugar, requiere la existencia de fuertes estímulos sociales que permitan aplicar los avances de la ciencia en aplicaciones prácticas. En este sentido, la industrialización, también pilló a España con el paso cambiado.

El no desarrollo de una cultura científica en América Latina tiene que ver precisamente con el no desarrollo de una cultura científica en la entonces "madre patria" pues no debemos olvidar que antes de su independencia, los países centroamericanos y sudamericanos eran también provincias españolas y así, mientras que en el nacimiento de la revolución científica los países europeos (Italia, Francia, Inglaterra, los Países Bajos y los países germánicos) fueron adoptando el paradigma galiléico, no ocurrió lo mismo con los países ibéricos.

¿Qué ocurrió entre los magníficos siglos XV y XVI españoles y su evidente decadencia en el siglo XVIII, mientras se forjaron también las culturas nacionalistas latinoamericanas y sus procesos de independencia de la metrópolis?

La "conquista" de América trajo para los territorios ibéricos una cultura que algunos estudiosos han llamado el "lingotismo", proceso por el cual España acumuló plata y oro -de fácil extracción en América-, descuidando su propia capacidad agrícola y manufacturera. No lo necesitaba, pues compraba esos bienes a unos vecinos europeos de los cuales dependía cada vez más y que fueron los verdaderos receptores de un oro americano que en España no se quedaba, sino que simplemente se emplea para importar.

Unamos a todo esto la ilusión de pureza de sangre e ideológica de la que han hecho gala durante demasiados años los reyes españoles en sus gobiernos absolutos y la nueva oportunidad perdida que supuso la recuperación de esa ideológica que el franquismo, ciento cincuenta años después,  volvió a enarbolar.

En un muy interesante ensayo denominado "Ciencia y Tecnología en el Contexto Sociopolítico de América Latina", Helio Jaguaribe (1971), lo resume así:

"El poder alcanzado por la Inquisición Ibérica, al final del reinado de los reyes católicos, la llevó (a España), más tarde, cuando se modificaron las circunstancias y Europa se enfrentó con una creciente radicalización del conflicto suscitado por la Reforma, a constituirse en una administración dogmática y rígida de ortodoxia tradicionalista y medievalizante. La Inquisición se fijó como objetivo supremo, con total apoyo del Estado, particularmente a partir de Felipe II, la absoluta preservación de la pureza y de la ortodoxia católicas. Se dedicó en el primer momento, a principios del siglo XVI, al implacable combate contra los "Alumbrados", acusados de constituir una versión ibérica del protestantismo, y posteriormente, a una lucha cada vez más abierta y frontal contra el propio erasmismo, fuente de libertad intelectual. De este modo, se verificó, por medio de la Inquisición, una completa inversión de la tendencia modernizante que caracterizaba a la cultura ibérica, en la segunda mitad del siglo XV. Habiendo estado entre los primeros puebles que entraron por el camino de las nuevas ideas y por la superación de varias concepciones aristotélicas, los reinos ibéricos fueron llevados, a partir de mediados del XVI, a un retorno dogmático y medieval que se convirtió en doctrina oficial de aceptación obligatoria. Y ahí se mantuvieron, rígidamente, hasta bien avanzado el siglo XVIII, o sea, precisamente durante todo el período de formación y desarrollo de la ciencia moderna". 

Luis Cercós, apuntes para una teoría latinoamerica de restauración, la restauración poscientífica
Buenos Aires, Argentina

Lou Reed, in Memóriam


Lewis Allen "Lou" Reed, nacido en Freeport, Long Island, New York el día 2 de marzo de 1942. Falleció ayer, 27 de octubre de 2013.

Hoy, el escritor Ray Loriga, escribe un hermoso artículo en El País. Su título, "magia y pérdida". Y nos recuerda una frase del músico que indica el inicio de lo que debió de ser su salida de casa, su salida de Ítaca:

Cuando creces en un pueblo pequeño, te pones muy nervioso, y piensas: aquí nunca ha nacido nadie famoso.

viernes, 25 de octubre de 2013

Caracterización de una muestra pétrea

Ejemplo: Estudio de un granito de fachada en Ciudad Real, España. 

Descripción de la muestra: Granito tomado del zócalo de de la parte izquierda de la fachada. Suciedad superficial y una ligera descohesión son las principales alteraciones observadas a partir de la muestra de mano.

Análisis petrográfico: Granito biotítico de grano medio y con feldespato potásico de mayor tamaño que define un carácter porfídico en esta roca. Esta roca de origen ígneo se caracteriza por presentar una textura holocristalina, heterogranular, microporfídica, hipidiomórfica (con predominio de cristales subhedrales y anhedrales) y con un tamaño de grano medio (predominio de los cristales con un tamaño entre 1 y 2 mm). La mineralogía de esta roca granítica es la siguiente: feldespato potásico (35-40%), plagioclasa (aproximadamente el 20%), cuarzo (20-25%), biotita y de manera accesoria circón y esfena.

Análisis SEM, microanálisis EDX, distribución de elementos y espectro infrarrojo: Químicamente los análisis obtenidos no presentan resultados diferentes del estudio petrográfico. Los elementos mayoritariamente identificados son aquellos constituyentes de los minerales del granito (cuarzo, feldespatos y micas); picos de azufre y una alta concentración de hierro se ponen de manifiesto en zonas alteradas de la muestra.

Análisis de insolubles: Al llevar a cabo un ataque ácido sobre la muestra pétrea no se observa efervescencia (muestra de naturaleza fundamentalmente silícea).

Análisis cualitativo de la fracción soluble. Presencia de sales solubles (SO42-, Cl-, NO3-, NO2-).

Comportamiento físico: La muestra presenta un aspecto compacto, con una porosidad en torno al 4%. Los valores de densidad aparente como de densidad real se corresponden con la naturaleza del material analizado. La piedra apenas absorbe agua por capilaridad y por inmersión total.

Selección del tratamiento consolidante más adecuado: Con el propósito de evaluar los efectos producidos por tres tratamientos consolidantes aplicados “in situ”, se aplicaron estos tratamientos sobre el material pétreo para su examen mediante SEM/EDX. Al comparar las muestras del material pétreo tratado con los diferentes productos ensayados, se observan diferencias en cuanto a la compacidad de la piedra. En el caso de la muestra tratada con el consolidante C3, se aprecia un gran número de pequeños poros o huecos que no han sido totalmente rellenados y una tonalidad blanquecina, posiblemente asociada a la presencia de depósitos salinos, mientras que en la muestra donde se aplicó el producto C2, el material presenta una apariencia mucho más aglutinada. La muestra tratada con el producto C1 exhibe características intermedias a las anteriores, ya que se aprecia la presencia de poros no rellenos, aunque en menor número que en la muestra tratada con el consolidante C3.

LC-Architects
Buenos Aires, Argentina

jueves, 24 de octubre de 2013

Ciencia Aplicada a la Restauración









La caracterización de materiales de construcción (básicamente materiales históricos) permite conocer su naturaleza desde un punto de vista petrográfico, químico y físico-mecánico. Esta información es muy importante para el diagnóstico de lesiones y para el diseño de una intervención sobre el patrimonio arquitectónico previamente construido. 

Análisis petrográfico, mineralógico y textural. Mediante el uso de la microscopía óptica y electrónica con microanálisis incorporado, espectroscopía de absorción infrarroja con transformada de Fourier, difracción de rayos X. Estas técnicas permiten conocer la mineralogía, textura y los porcentajes aproximados de los componentes de los materiales, así como la clasificación de las piedras.

Químico: Distintas técnicas analíticas se aplican dependiendo de las necesidades del estudio: análisis cualitativo y semicuantitativo por metodologías tradicionales, absorción atómica, plasma, cromatografía iónica.

Físico-mecánico: Siguiendo los métodos descritos por las distintas Normas y Recomendaciones existentes en el campo de los materiales de construcción y restauración, se obtienen los valores de las propiedades estructurales (porosidad, densidades aparente y real, distribución y tamaños de poros), propiedades hídricas o ligadas a la presencia de agua (coeficiente de saturación, absorción de agua por inmersión total, absorción de agua por capilaridad, velocidad de secado) y las características mecánicas (resistencia a compresión, resistencia a flexión, resistencia a tracción, adherencia, desgaste y dureza). El conocimiento de la resistencia de los materiales se completa mediante ensayos de durabilidad: resistencia a las heladas, humedad-sequedad y cristalización de sales.

Mediante ensayos de durabilidad, resistencia a las heladas, humedad-sequedad y cristalización de sales, o ensayos de envejecimiento artificial se obtendrá información sobre el comportamiento de los materiales, así como de los distintos tratamientos aplicados, ante el paso del tiempo y la acción de condiciones ambientales agresivas. Los ensayos que se realizan son cíclicos y en ellos, las muestras se someten a variables “extremas” que permitan comprobar su estabilidad o no. 

El diseño de dichos ensayos está recogido en la Normativa y recomendaciones correspondientes a los materiales pero las mejores condiciones de desarrollo serán aquellas que se asemejen al clima y microclima que afectan al monumento. Para ello se analizarán los datos meteorológicos de un período establecido para establecer las variaciones de temperatura y humedad que se fijarán en el Laboratorio (cámara climática o arcón congelador). En la actualidad, no se han establecido correspondencias reales entre el número de ciclos y las condiciones climáticas reales.

Luis Cercós
Restauración Poscientífica
Buenos Aires, Argentina

sábado, 19 de octubre de 2013

Sentimientos Enfrentados


Desmesurado, fuera de época, historicista, pero extrañamente hermoso, el Palacio del Parlamento de Rumania fue construido en la década de 1980 por el dictador comunista Nicholae Ceausescu. Es considerado uno de los edificios más grandes del mundo (su superficie es sólo superada por el Pentágono en los Estados Unidos y el recientemente inaugurado Century Global Center en Chengdu). Con un millón de metros cúbicos de mármol, es también -así lo cuentan- el edificio más pesado del mundo.

Fuente: http://www.plataformaarquitectura.cl/2013/10/18/los-mas-increibles-y-desconocidos-edificios-alrededor-del-mundo/

Arquitectura, vida y muerte


Estaba yo un día delante de las ruinas de un edificio que fue hermoso y comencé a pensar que mientras que para algunos –arquitectos fundamentalmente- la arquitectura es todo, para otros muchos -arquitectos incluidos- la arquitectura no es nada. Vida y muerte de la arquitectura: arquitectura y ruinas de arquitectura.

Como la propia vida, un intermedio entre la nada (lo que fuimos antes de nacer) y la nada (lo que seremos tras dejar este mundo).

La arquitectura abarca entonces todos los ingenios ideados por el hombre para satisfacer sus necesidades más primitivas: cobijo, vestido, sexo y religión. O tal vez, ninguno de ellos.

O quizá, solamente, el camino o una herramienta para alcanzarlos.

Luis Cercós, restaurador de arquitectura. 
Santiago, Chile

viernes, 18 de octubre de 2013

Frida Kahlo y casa Goycolea (Chile)


ENTRE LA ROPA RESTAURADA DE FRIDA KAHLO Y UNA FACHADA DE SANTIAGO DE CHILE
Hacía una metodología latinoamericana de restauración: la restauración poscientífica. 
Autor: Ing. Luis Cercós, Moguerza Constructora SpA, restaurador de arquitectura
El recuerdo se asemeja a una cebolla que quisiera ser pelada para dejar al descubierto lo que, letra por letra, puede leerse en ella. Günter Grass, Pelando la Cebolla, 2007
Resumen
La recuperación de los revestimientos originales de la fachada principal de la antigua casa Goycolea, zona típica “Plaza de Armas” del centro histórico de Santiago, está suponiendo una experiencia profesional inédita e inesperada para todos los involucrados (propiedad, autores del proyecto, empresa constructora) por lo que implica de permanencia inverosímil del primer estuco ornamental externo que tuvo el edificio, oculto e involuntariamente protegido como estaba bajo múltiples capas posteriores de reparaciones y pinturas. Ninguna de ellas destruyó el original, simplemente fue ignorado milagrosa y reiteradamente. La utilización de un método científico propio de análisis previo y la aplicación de la microscopía electrónica ha impedido, en esta ocasión, que lo que había permanecido más de un siglo anónimamente sobre los muros de la ciudad, hubiese terminado completamente disgregado en un vertedero de escombros. Tal descubrimiento y su restauración complementarán próximamente la carta de color de la capital chilena.
Palabras clave: arquitectura, restauración, metodología, patrimonio, historia. 
Introducción
En marzo 2012, con las obras de restauración y consolidación de la casa Goycolea recién iniciadas,  la revista chilena “Mujer[1] (figura 3) salió a la venta con un reportaje titulado “Estilo Frida” (figura 4), premonitorio de uno de los acontecimientos museísticos del año que termina, la restauración y exhibición de las prendas de vestir de Frida Kahlo (figura 1). Como nos interesa todo lo referente a los mitos y artistas latinos, compramos aquel número. Todavía no sabíamos que la manera en la que apareció la importante colección de enaguas, rebozos, faldas, blusas, enredos, mantos de tehuana, medias, pantalones, camisas, listones, corsés y trajes de baño de la pintora mejicana fue tan casual e inesperada como el posterior descubrimiento, solo unos meses después, de los colores y texturas originales de la fachada principal de nuestro edificio.




Trabajar en una empresa constructora ofrece, de vez en cuando, premios como éste. Un día nos levantamos, bajamos al terreno, subimos al andamio y vemos lo que nuestros padres ya no alcanzaron a ver. Aquello que nuestros abuelos apenas recordaban, olvidado como estaba en lo más profundo de la tradición oral de las viejas familias chilenas. Atmósferas que heredarán, nueva y afortunadamente, nuestros hijos: Tenía nueve años cuando dejé la casa de mi infancia y me despedí, con mucha tristeza, de mi inolvidable abuelo[2].

Estando como estamos en la zona del mundo que inventó el realismo mágico, y concretamente en el país que inspiró La casa de los espíritus, no nos extrañó que en una vieja casona burguesa ocurrieran cosas similares a las que describen los restauradores de la ropa que perteneció en vida a la artista mejicana Frida Kahlo: Quizá sea el surrealismo característico de México el que permita que algún trabajador de la Casa Azul de Coyoacán, vivienda que compartieron Frida y Diego Rivera, comente, en voz baja, que las prendas de ella llegan ligeras a la sala de restauración y al final del día vuelven pesando más. Como si Frida (Ciudad de Méjico, 1907-1954) se rencarnase en su propia ropa[3].


No es caprichoso que traigamos a este artículo el asunto de la reciente musealización de los atuendos customizados de la Kahlo. Según sus organizadores, la idea de esta exposición es explorar la identidad de Frida, expresada a través de la impactante imagen visual que construyó con su ropa, y mostrar su influencia en la escena del diseño y de la moda contemporánea a través del uso de los textiles mexicanos. La tesis central de la exposición propone “discapacidad y etnia” como los dos componentes de interpretación que nutrieron la decisión de Kahlo de usar elementos de la indumentaria propiamente indígena de distintas regiones de su país. Conceptualmente, la metodología seguida en la restauración de las prendas de la pintora y la que estamos llevando a cabo sobre los originales revocos italianos de la santiaguina casa Goycolea, tienen varios puntos en común. No en vano son absolutamente contemporáneas entre sí. El pasado 22 de noviembre, mientras seguían avanzando en Chile los trabajos en la calle Compañía, se inauguró en México la muestra “Las apariencias engañan: los vestidos de Frida Kahlo”[iv] (figura 2), que por primera vez exhibe los secretos encerrados durante medio siglo en la casa que habitó con Diego Rivera, quien habría exigido 15 años al menos de veto sobre los objetos personales de la pareja. Su albacea, Dolores Olmedo, coleccionista de arte y musa de artistas, mantuvo lealmente cerrados los cuartos hasta su muerte en 2002: “Si Diego quiere que se cierren, vayan a saber qué habrá ahí dentro”. En 2004, los equipos del Museo Diego Rivera-Anahuacalli y del Museo Dolores Olmedo abrieron por fin aquellas precintadas habitaciones. De las cajas y baúles salieron, entre polvo, humedades y polillas, 6000 fotografías y 200 prendas de vestir (algunas fuentes hablan de casi 300, figura 5). También medicamentos, corsés, joyas y correspondencia. Los documentos políticos de Diego habían perdido interés. Los objetos personales de su compañera no, pues el mito se había revalorizado. De aquellas habitaciones clausuradas durante 50 años, hoy convertidas en almacén del museo, se trasladaban a diario a la sala de restauración las piezas elegidas para la futura exposición. Veintidós atuendos que rotarán para no dañarse: “un objeto textil debería descansar tres años tras estar en exhibición cinco meses”. Los arreglos de los tejidos se distinguen de los originales, en palabras de sus restauradores, “a propósito, para no falsear el resultado y poner en valor la antigüedad y el carácter histórico y único de cada pieza”. Por este motivo las reintegraciones se hacen con materiales modernos, diferentes de los originales. En la recuperación de los colores y texturas originales de la casa Goycolea, por supuesto, también. Luego lo comentaremos.
Criterios conceptuales
A pesar de su juventud, apenas dos siglos de historia, la restauración de monumentos no ha sido siempre entendida ni practicada de la misma manera. Y en cualquier caso, salvo escasas excepciones, nos ha sido enseñada –incluso dictada- desde los cánones academicistas y culturales del siempre omnipresente hemisferio norte. Este hecho, aunque pudiera parecer lícito pues allí nació la disciplina, no parece ya absolutamente adecuado cuando hablamos de restaurar el patrimonio arquitectónico latinoamericano: Mirar lo propio, con ojos propios[i].
La centenaria decana y muy prestigiosa Revista de Arquitectura de la Sociedad Central de Arquitectos de la República Argentina ha dedicó su número 246 al Patrimonio. El título elegido por su curadora, la arquitecta Rita Comando, es una declaración de intenciones: “Patrimonio. Prohibido No Tocar[ii]. El argumento elegido entraba en colisión, sin pretenderlo, con el artículo del periodista francés Philippe Bovet, publicado también a este lado del Atlántico y en idéntico mes, agosto de 2012, dentro de la edición chilena de Le Monde Diplomatique: “¿Rehabilitar o Demoler? Arquitectos, no rompan nada”: Si la rehabilitación de edificios no se acostumbra aún, es seguramente porque, desde su formación, los arquitectos aprenden a valorar lo nuevo y piensan que no pueden expresarse de otra manera. Trabajar sobre lo existente no significaría más que conservar la obra de otro.
Por un lado, una revista de arquitectura altamente especializada. Un clásico ya, fundada en 1904. Por otro un periódico político y muy comprometido, pero alejado del mundo de la arquitectura, con presencia, a través de diferentes ediciones, en las dos orillas del océano Atlántico y a ambos lados del Ecuador. El Patrimonio es ya, no solo aparentemente, un derecho de la sociedad, no un tema exclusivo de especialistas. Quede claro, en cualquier caso, que no estamos de acuerdo con el pesimista diagnóstico de Mr. Bovet sobre el estado de la cuestión pues muchos son los ejemplos de excelentes actuaciones sobre un patrimonio construido prexistente. Pero comprendo la sensación que el periodista y muchos activistas bienintencionados pudieran tener en relación con la vulnerabilidad del patrimonio arquitectónico. No hay nada que temer. Nunca ha estado el patrimonio arquitectónico tan protegido como hoy. En palabras de Rem Koolhaas, premio Pritzker 2000, la parte del mundo declarada inalterable por regímenes de preservación está creciendo exponencialmente. Una enorme sección de nuestro mundo (alrededor del 12%) ya no puede ser tocada[iii].
Siendo como somos, restauradores de arquitectura, no podemos evitar, por amantes de la arquitectura, mostrarnos completamente de acuerdo con los que piensan hoy que el avance de la preservación necesita inevitablemente del desarrollo de una teoría de su opuesto. El fundamentalismo restaurador, lo hemos visto durante el largo ejercicio de nuestras diferentes profesiones, no lleva a otra cosa que la falsificación. En el mejor de los casos, a la congelación de la ciudad. El debate hoy es no tanto qué piezas salvar, sino cuáles ser capaces de descartar[iv].
¿Qué sería entonces hoy, especialmente en América Latina (pues en otro sitio pudiera ser otra cosa), restaurar? ¿Cómo intervenir sobre el patrimonio existente? ¿Qué salvar y qué demoler? Para responder a estas cuestiones necesitamos relacionar la restauración de arquitectura (y especialmente de monumentos) con otra disciplina claramente vinculada pero de mucha mayor tradición: la Historia. Ambas, Historia y Restauración, persiguen el mismo objetivo: interpretar correctamente el tiempo pasado[v]. O al menos, eso se les supone.
Heródoto de Halicarnaso, padre de la historiografia (siglo V a.C.), sabía que la Historia no es solo un relato de los hechos, sino la búsqueda del conocimiento y de la verdad, la comprensión del por qué se actuó o por qué se dejó de actuar de una manera determinada. ¿Acaso no trata precisamente de esto, también, la restauración de arquitectura? Desde aquella lejana enseñanza griega, el estudio de la Historia se ha mantenido fiel a la intención de registrar y valorar el tiempo pasado. Una misión precisa y definida desde que, algunos siglos después, San Agustín enunciara que tanto el pasado como el futuro, solamente lo son y lo pueden ser a partir del tiempo presente: “presente de las cosas pasadas, la memoria; presente de las cosas presentes, la visión; presente de las cosas futuras, la expectativa”.
También la restauración de monumentos es disciplina cambiante pues implica un planteamiento intelectual frente al concepto que en cada momento presente se tiene del tiempo pasado. Ejemplo máximo de ello supone el uso de la restauración de monumentos como herramienta política, no solo de regímenes totalitarios, sino también de gobiernos democráticos. La consecuencia directa de ello es que los monumentos, sobre todo aquellos más cargados de ideología, se cubren de capas a la manera de las cebollas, susceptibles una tras otra de ser retiradas en sentido inverso a su crecimiento. Nada que objetar, salvo el hipócrita hecho de obviar que el monumento también tiene un enorme valor como documento (en ocasiones mayor que como pieza arquitectónica). Todo lo que ha ocurrido sobre él, a lo largo de su historia, debe ser considerado relevante y digno de permanencia. Su ruina, en un momento dado, por supuesto, también. No la podemos ni debemos revertir. El restaurador contemporáneo no puede borrar completamente momentos históricos vividos por/en el monumento. Tampoco renunciar a los compromisos y lenguajes de nuestro propio tiempo. Esa es la idea: no puede ser falso lo que no intenta parecerse al pasado. Al no recrear, al no reconstruir, no habrá nunca riesgo de falsificación. Esta es la razón por la que los nuevos arquitectos restauradores, los más dotados o los más comprometidos, cada vez estén menos afectados del mal del reconstructivismo. La consigna debería ser, por encima de cualquier otra, no falsificar, no reinterpretar, no mentir, no inventar.
¿Quiénes son en realidad estos y otros espíritus que viven conmigo? No los he visto flotando envueltos en una sábana por los pasillos de mi casa, nada tan interesante como eso. Son sólo recuerdos que me asaltan y que, de tanto acariciarlos, van tomando consistencia material. Me sucede con la gente y también con Chile, ese país mítico que de tanto añorar ha reemplazado al país real. Ese pueblo dentro de mi cabeza, es un escenario donde pongo y quito a mi antojo objetos, personajes y situaciones[vi].
Aceptando que la Historia consiste en el estudio, descripción y tratamiento, desde el tiempo presente de las cosas presentes, tenemos que admitir que figurativamente se las haga valer como el pasado. Eso es, básicamente, un monumento arquitectónico: un objeto presente que nos parece del pasado. Pero si fuera exclusivamente del pasado, ya no existiría en el tiempo presente. La Historia arranca, por tanto, del presente, y a través de él, siempre, conoce e interpreta el pasado[vii]. O dicho más literariamente[viii]: “la Historia supone procurar la presencia de sus ausencias”.
De la misma forma, hablando de restauración de arquitectura, es en las ausencias (lo que ya no existe, lo que ya no está) donde podremos intervenir más libre y contemporáneamente. En realidad, en el único lugar en el que obligatoriamente deberíamos hacerlo. Sí, en la reconstrucción de las ausencias, allá donde se ha perdido la materia y el estilo original, es donde debemos enmarcar, precisamente, el valor autentico de lo prexistente. Solo enfrentando el muñón con la nueva arquitectura, desde un lenguaje actual y comprometido de la reconstrucción, podremos resaltar el valor intrínseco y muchas veces intangible de lo recibido.
Siguiendo con la analogía, el verdadero problema del historiador es, obviamente, conseguir explicar la complejidad de la vida pasada. Para lograrlo, existen varios métodos, algunos contrapuestos entre sí. Estas nuevas corrientes, que abren al historiador campos enormemente sugerentes, presentan sin embargo una subjetividad inevitablemente inherente al autor de libros de historia. La misma subjetividad que se le supone también, o que debería suponérsele, al restaurador de monumentos. O en este último caso, no suponérsele, porque el restaurador manipula un original irreversible y la restauración es una disciplina que implica, sin excepciones, destruir al menos una parte de lo recibido. ¿O no es cierto que estamos borrando para siempre determinados testimonios del pasado cuando iniciamos cualquier operación de arqueología, demolición, desmontaje o simplemente, picado de un revestimiento? Claro que sí, inevitablemente restaurar implica destruir una parte de lo prexistente. Quien no reconozca este hecho es un cínico, un necio, un mezquino o nunca ha manipulado una obra de arte. Enorme responsabilidad, por tanto. Nadie más volverá a ver, nunca, nunca, nunca más, lo que hoy transformemos en escombros.
Al igual que los historiadores actuales deben estar sobradamente preparados según los módulos tradicionales -el conocimiento de los grandes hechos-, y conocer bien otras muchas áreas del saber humano (antropología, sociología, derecho, economía y demografía, por ejemplo), los restauradores, en consecuencia, debemos también conocer, evidentemente, los secretos de la arquitectura. Pero también muchas otras disciplinas vinculadas a ella. Y una vez obtenida toda la información posible, el restaurador debe parar por un tiempo, descansar, reflexionar y volver al edificio o a sus ruinas. La definitiva conclusión de toda la información previa estará siempre indeleblemente escrita en sus muros, en el estado en que encuentren en el momento previo a la intervención. Sí, es verdad, lo aceptamos, la historia del monumento también está custodiada en los archivos documentales (cuando existan, que no es siempre). Pero reafirmamos que, fundamentalmente, las respuestas se encuentran sobre las estructuras que han llegado hasta nosotros. Saber construcción es imprescindible para restaurar arquitectura. Lo mismo ocurre con el rostro y los cuerpos de las personas. Como hacen los médicos, solo hay que saberlos leer, tener algo de intuición y un método de trabajo. La ruina que el paso del tiempo deja sobre la obra del hombre y, en especial, sobre la arquitectura provocan en la mayoría de nosotros, humanos mortales, una atracción magnética.
Agregó que en la margen ulterior se eleva la Ciudad de los Inmortales, rica en baluartes y anfiteatros y templos. Antes de la aurora murió, pero yo determiné descubrir la ciudad y su río. Interrogados por el verdugo, algunos prisioneros mauritanos confirmaron la relación del viajero; alguien recordó la llanura elísea, en el término de la tierra, donde la vida de los hombres es perdurable. En Roma, conversé con filósofos que sintieron que dilatar la vida de los hombres era dilatar su agonía y multiplicar el número de sus muertes. Ignoro si creí alguna vez en la Ciudad de los Inmortales: pienso que entonces me bastó la tarea de buscarla[ix].
Elogio de la ruina, hermosa belleza del ayer perdido. Eso es lo que pretendemos al mostrar en los viejos edificios reciclados los restos consolidados de sus heridas, integrando deliberada y radicalmente sus cicatrices en nuestros proyectos y obras de restauración. Compartir vida presente con restos degradados pero auténticos. A partir de esta percepción del edificio antiguo hemos diseñado, una metodología de intervención basada en tres fases consecutivas, compatibles y completas en sí mismas: “de restauración por sustracción o deconstrucción”; “de restauración objetiva” y, por último, “de restauración creativa”. Un método de intervenir que bebe de las fuentes de nuestros queridos y admirados maestros. Pero también nos separan de ellos nuestras propias conclusiones y el trabajo de nuestros contemporáneos en muchas otras partes del mundo. No hay más que saber descubrir y admitir los hallazgos de los profesionales más frescos y desinhibidos. (ahora, con Facebook y con Google, es mucho más fácil que antes). Sobre todo los de todos aquellos que nunca pasaron por aulas de restauración y, por tanto, nunca se contaminaron de prejuicios historicistas. Como si de la evolución de la música se tratase.
Astor Pantaleón Piazzolla (Mar del Plata, 1921; Buenos Aires, 1992), innovador radical y maestro absoluto de su disciplina fue considerado, allá por 1950, «el asesino del tango». Sus acusadores, hoy afortunadamente olvidados, decretaron ciegamente que sus composiciones no eran tango. Piazzolla respondió al desprecio de los conservadores recalcitrantes con una nueva definición (1954) que le cerraría provisionalmente las puertas de gran parte de la industria musical argentina: Sí, lo que yo hago es música contemporánea de Buenos Aires. Sí, es cierto, soy un enemigo del tango; pero del tango como ellos lo entienden. Ellos siguen creyendo en el compadrito, yo no. Creen en el farolito, yo no. Si todo ha cambiado, también debe cambiar la música de Buenos Aires. Somos muchos los que queremos cambiar el tango, pero estos señores que me atacan no lo entienden ni lo van a entender jamás. Yo voy a seguir adelante, a pesar de ellos.
De la misma forma, el crítico Alex Ross, tras destrozar ideas preconcebidas sobre la música en El ruido eterno, vuelve hoy a ofrecernos su particular visión de un arte mestizo en su nuevo libro, Escucha esto[x], comenzando su libro con una frase absoluta, “odio la música clásica. Ciertos rituales en las salas de conciertos deberían cambiar. Muchas convenciones se impusieron hacia 1900 y no han evolucionado. Me encantaría que el término música clásica desapareciera de nuestro vocabulario y fuéramos capaces de encontrar otro. Los públicos de la música clásica (al igual que los visitantes de monumentos, añado yo) se han multiplicado en todo el mundo. Son mucho más numerosos hoy que hace cien años. El crecimiento en Asía y América del Sur es un ejemplo. Casos como el pianista chino Lang Lang o el director venezolano Gustavo Dudamel prueban que la gran tradición de la música europea puede echar raíces en distintas culturas y producir talentos extraordinarios. Me gustaría ahora conocer a los compositores de esos lugares, no solo a los intérpretes”. A nosotros también. ¿Por qué no se estudian en las escuelas europeas, excepciones al margen, los grandes creadores sudamericanos? Derribemos ya la premisa de que existen arquitecturas superiores o más complejas que otras. No hay clases. Solo buena o mala arquitectura. Como dice Ross: “entre el barroco y el rock, entre el renacimiento y el pop, entre los alardes románticos de Schubert y Beethoven, y el jazz o el blues, todos somos más o menos iguales”.
Ese es el fondo del asunto: la voluntad irrenunciable de no hacernos pasar por lo que no somos. Ni en el tiempo (nuestro tiempo), ni en el espacio (el lugar en el que estamos trabajando en cada momento). Las teorías europeas, son de allá. El patrimonio latinoamericano, de acá. Restaurar en el Cono Sur a la manera del Norte supone interpretar erróneamente la partitura. Un gran error, por no decir “una mentira”. Sólo el hombre tiene una capacidad para la mentira histórica, porque sólo el hombre tiene capacidad lingüística y, por extensión, la capacidad para hacer relatos históricos. No transformemos en fantasías ideales e idealizadas nuestros monumentos. Hamlet y Don Quijote, por ejemplo, no son un mero reflejo de la realidad, sino que añaden algo nuevo a una realidad propia que a partir de ellos ya es una realidad diferente: ¿Podemos hoy imaginar el mundo sin Don Quijote? Cuesta mucho. ¿Sin Hamlet? Cuesta mucho. Sin embargo, hubo una época en que no existían. Hoy ellos forman parte de la realidad porque fueron imaginados; lo que se imagina se convierte entonces en parte de la realidad indisoluble y ya no puedes entender la realidad sin lo que imaginó el escritor[xi]. Por eso ciertos célebres personajes literarios, los aludidos y muchos más, forman ya parte integrante de nuestra realidad cultural, de nuestro imaginario colectivo.
La restauración de la fachada de la Casa Goycolea
Llegados a este punto, tomemos un taxi, como si de máquina del tiempo se tratase: Compañía al mil doscientos, por favor, entre Teatinos y Morandé. Al tiro si po.

Año 2011, allí estaban los restos de la vieja casa Goycolea gravemente dañada en su estructura y acabados, tanto por los dos últimos terremotos sufridos por la ciudad como por la situación de abandono y depredación sufrida durante muchos años. Previamente, con la adquisición del edificio por un nuevo propietario (el grupo familiar Inmobiliaria Angostura, que nos dio la enorme oportunidad de trabajar en su edificio) se ha impulsado un importante proyecto de revitalización funcional y gestión cultural. De acuerdo con la documentación histórica contenida en el proyecto (OWAR ARQUITECTOS y Arquitecto Rodrigo Pérez de Arce) el edificio habría sido construido en un periodo cronológico comprendido entre 1865 y finales de la primera década del XX. En 2012, con Moguerza como constructora, comenzaron las obras de rescate del conjunto monumental mediante los trabajos previos de consolidación. En abril de ese año, para garantizar el carácter objetivo y científico de la intervención se extrajeron las primeras muestras de los revestimientos de fachada para realizar una serie de análisis de laboratorio encaminados a identificar el tipo de morteros utilizados en la construcción original del edificio, su secuencia estratigráfica, el tipo de árido y de aglomerante (o aglomerantes), la dosificación de las mezclas, el espesor de cada una de las capas y, finalmente, el color de los estratos más profundos (figuras 6, 7 y 8). Tres meses después se realizó una segunda tanda de análisis. En esta ocasión centrados en la identificación de los materiales utilizados en la fabricación original de los elementos ornamentales, en el análisis de las pátinas históricas, en los tratamientos de conservación de los elementos de yeso y en la identificación de los materiales pétreos existentes en los zócalos. 

 A partir de pequeños fragmentos representativos, se estudió previamente el material mediante microscopía óptica con el objetivo de plantear y valorar de manera más acertada el estudio posterior de las muestras. También para reducir el coste de los análisis. Toda restauración es viable si la inversión es razonable. La inspección revelaba ya, desde un principio, la presencia de restos de lo que parecía ser un revoco (que podría ser original o fruto de reparaciones, por lo que hubo que estudiarlo en mayor y posterior profundidad). En la terminología de laboratorio la denominación de “restos” se refiere siempre, en estas primeras fases del estudio a que el fragmento estudiado no era continuo. Es decir, no cubría la totalidad de la superficie del mortero base.
A raíz de estos resultados, y teniendo en cuenta las necesidades de análisis planteadas en la investigación, se preparó para su aprobación por la propiedad una propuesta y valoración económica de los ensayos. Para el mortero base se plantearon analíticas para obtener los datos solicitados (color de las capas más existentes sobre la fachada, dosificación y caracterización de los morteros más antiguos) y, dentro del mismo coste, un análisis para determinar y cuantificar la presencia de sales. Para los restos de revoco, los mismos análisis, estimándose la dosificación a partir de los restos existentes, mediante la técnica de tratamiento de imágenes (figuras 10 y 11).



En cuanto al análisis estratigráfico (figura 9), se determinó el número de capas, espesores y los colores detectados, lo que permitiría una supuesta reconstrucción del aspecto original del edificio. Resultó posible llevar a cabo un estudio colorimétrico de los diferentes estratos que permitieron realizar hipótesis sobre la posible evolución colorimétrica de la fachada a lo largo de sus años de historia. Se incluyó también un análisis para determinar el aglutinante del estrato más antiguo (y por tanto el más "original" al que se ha podido tener acceso). El laboratorio elegido por Moguerza, de nacionalidad y radicación española está especializado en la realización de este tipo de ensayos. A finales del primer semestre de 2012 se tuvo ya conocimiento de los sorprendentes resultados definitivos, pues probaban la existencia casi completa, en la planta superior del edifico, del revestimiento original del edificio.
La observación microscópica de la muestras permitió posteriormente realizar el análisis estratigráfico de los revestimientos que aún hoy cubren la fachada, resultado varias capas sucesivas. La primera (más interna) un mortero base, la segunda el revoco más antiguo presente sobre el edificio (en cierto modo el color más antiguo detectado y por tanto supuestamente el más próximo al aspecto original del edificio). Las últimas capas no suponían gran interés pues se trataba de sucesivas aplicaciones de pintura (figura 12). La exterior (capa externa del edificio antes de al intervención) era de un monótono color gris. La observación microscópica demostró también que el revoco original, donde permanecía, se encontraba perfectamente adherido al mortero base de regularización existente sobre el muro de fachada, mientras que las capas de pintura posteriores presentan importantes problemas de adherencia. La intervención diseñada siempre pretendió recuperar las técnicas originales de construcción y también su textura y color. Con los análisis de caracterización pretendíamos conocer la dosificación y tipo de árido y aglomerante de los morteros históricos. En este sentido los análisis confirmaron la presencia mayoritaria de minerales silíceos en los granos del árido del mortero. Con relación al aglomerante (ligante) la fase predominante era la calcita (mortero de cal) y en pequeña proporción se identificaron minerales arcillosos y sulfatos, que indicaban la presencia de yeso.
Con relación a la dosificación del mortero base (primer enfoscado de regularización), la mayor parte de las partículas de árido del mortero base quedaron retenidas en laboratorio en el tamiz 0’25 mm (64%), correspondiendo a un árido de tamaño de arena medio. La dosificación árido/ligante resultó de 4 partes de arena (tamaño medio 2 mm) por 1 parte de aglomerante (4 partes de cal y una de yeso). La presencia de yeso en una proporción del 20% debe entenderse como un aditivo para acelerar el fraguado de la mezcla, recurso habitual entre los artesanos y albañiles de aquella época.  En la dosificación de la capa ornamental externa más antigua, la mayor parte de los áridos quedaron retenidos entre los tamices 0,25 mm y 0,125 mm (34% y 35%) partes de arena) respectivamente y la dosificación aglutinante/árido era de 1:2 (1 parte de yeso, 2 de árido).
El “muro muestra
Durante las dos primeras semanas de junio de 2012, previamente a la restauración completa de la fachada, se realizaron pruebas complementarias sobre la fachada (figura 13).
El concepto de “muro muestra” es un planteamiento de restauración heredado de la tradición metodológica italiana, mediante el cual, previamente a la realización de trabajos en la totalidad del elemento restaurado, se procede a la evaluación, reflexión, ejecución, valoración y análisis de las diferentes posibilidades de recuperación. Tiene por objeto alcanzar consenso sobre el tipo de actuación, procedimiento de intervención y la valoración previa de los restauradores, artesanos y materiales inicialmente propuestos. Todos los trabajos previos propuestos por Moguerza estuvieron supervisados por los autores del proyecto, los técnicos colaboradores, la propiedad y los supervisores de los organismos encargados de la tutela del patrimonio nacional chileno. Los trabajos, programados entre el 4 y 8 de junio de 2012, fueron consignados, cronometrados y referenciados por el arquitecto Ignacio Lampaya, de nuestro departamento de restauración. Las pruebas realizadas en la primera y segunda semana de junio de 2012 fueron acometidas por un completo equipo interdisciplinar formado por 10 personas, entre ellos titulados universitarios formados en diferentes ramas de la arquitectura, ingeniería, restauración, ciencias químicas e historia. El equipo, todos ellos de nuestra plantilla o subcontratados, estaba formado también por un equipo de artesanos procedentes de talleres especializados de modelado y vaciado, revocos, yesos y albañilería. El resultado que aquí se avanza es fruto del trabajo de todos ellos. Las pruebas se realizaron durante dos semanas. Simultáneamente se fueron tomando las fotografías y videos que documentaban todo el proceso de intervención. Desde Moguerza, el arquitecto Lampaya fue trasladando a planos definitivos los avances y conclusiones que se iban alcanzaban en cada jornada de trabajo y tomaba rendimientos de mano de obra y de materiales al objeto de ajustar el coste de la intervención y conocer el precio exacto de cada una de las unidades de obra en que se dividía el trabajo global de restauración. La evolución de las muestras realizadas y las sucesivas ventanas que se fueron abriendo en las fachadas para conocer el estado de los estratos originales y los colores y texturas originales de cada uno de los elementos compositivos se dibujó en una secuencia completa de planos (figuras 14 y 15). Durante el mes de julio de 2012 se procedió a la eliminación de la totalidad de las capas de pintura existentes sobre el primer modulo de la fachada. Una vez retiradas las capas de pintura se pudo comprobar que el revoco original de la Casa Goycolea se había conservado en un porcentaje superior al 95%. 
Tanto la ropa de Frida Kahlo, como el revoco original de Casa Goycolea, volvían a existir cuando ya nadie los esperaba.






Luis Cercós, restaurador de arquitectura

Santiago, Chile



[i] Marina Waisman (1920-1997), fue una arquitecta, teórica y crítica de las nuevas corrientes de reflexión arquitectónica sudamericana. Emprendió su actividad en torno a los SAL (Seminarios de Arquitectura Latinoamericana) gracias a los que fue galardonada con el Premio América de Historia y Preservación del Patrimonio de la Universidad Católica de Córdoba (Argentina).
[ii] Patrimonio, Prohibido No tocar. Revista de la Sociendad Central de Arquitectos, nº 246, agosto 2012.
[iii] Cronocaos. Muestra desarrollada por OMA y AMO enfocada en la preservación y el rol de los arquitectos. Rem Koolhass y su equipo. Bienal de Venecia 2010, posteriormente exhibida en Nueva York.
[iv] Arquitecta Giulia Foscari, desde 2009 forma parte del equipo de OMA (Office for Metropolitan Architecture). Revista de Arquitectura, nº 246, Patrimonio, Prohibido No Tocar, págs.. 162 y 163.
[v] Y en esta parte, el presente artículo es deudor de uno anterior, año 2005, escrito en colaboración con mi amigo el Dr. Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, con motivo del Congreso Internacional de Hispanistas que se celebró en Cracovia, Polonia, entre el 14 y 16 de octubre de aquel año. Se llamó nuestro trabajo: “Contra la mal llamada Novela Histórica”.
[vi] Isabel Allende, Mi país inventado, Chile en el corazón, 2003.
[vii] Lucien FEBVRE, Combates por la historia (París, 1952).
[viii] Emilio LLEDÓ, Lenguaje e historia (Madrid, 1996), págs. 72 y ss.
[ix] Jorge Luis BORGES, El Aleph, El inmortal, 1949, reeditado por su autor en 1974.
[x] Alex Ross, traducción de Luis Gago, Seix Barral, Barcelona, 2012.
[xi] Carlos Fuentes, escritor mejicano recientemente fallecido. 



[1] Revista mensual Mujer, Chile, marzo 2012, Estilo Frida, reportaje y portada producido por María Eugenia Ibarra, con maquillaje y cabello de Taly Waisberg y MAC Cosmetics.
[2] Isabel Allende, Mi país inventado, Donde nace la nostalgia, 2003.
[3] Raquel Seco, Frida abre sus armarios, restauración de las prendas de Frida Kahlo, El País Semanal, nº 1884, 4 de noviembre de 2012, pág. 12 a 14.
[iv]Las apariencias engañan: los vestidos de Frida Kahlo”, desde el 22 de noviembre de 2012 en el Museo Dolores Olmedo y Museo Anahuacalli Diego Rivera. Exhibición auspiciada por Vogue (edición México y Latinoamérica), curada por Circe Henestrosa (Museo Victoria and Albert de Londres) y diseñada por la arquitecta y diseñadora británica Judith Clark.