domingo, 6 de noviembre de 2011

Spielberg's Tintin, 2011



Ayer sábado vi, con 2 buenos amigos y tres niñas (su hija y mis dos mayores), la versión cinematográfica de Tintín concebida por Steven Spielberg y producida por Peter Jackson. Nada que objetar a la película, pero me ha dejado frio, quizá porque nunca fui tintinólogo, quizá porque no la he visto en versión original, quizá por la hora de la sesión que hemos elegido (cuando estoy solo o con mi mujer me gusta ir al cine por la noche, pues por la tarde, incluso ante una obra maestra, suele entrarme algo de sueño).


La película está supuestamente interpretada, entre otros actores, por Jaime Bell (Tintín, ver la primera fotografía de esta entrada), el magnífico niño bailarín de Billy Elliot (2000) y por Daniel Craig (el último James Bond) encarnando a uno de los villanos, (Rackham el rojo), pero digo supuestamente porque ellos no se ven en la pantalla. Rodada inicialmente en imagen real, los actores grabaron las secuencias cubiertos de sensores que permitían transformarlos posteriormente en dibujos animados. Spielberg ha recurrido a esta técnica para no alterar el espíritu de la obra original de Hergé: dibujos animados para filmar un comic de estética clásica y línea sencilla, magníficamente dibujado y concebido. Por eso digo, aunque los niños prefieran la versión doblada, que habría que ver la película en versión original para que el trabajo de los actores originales no desaparezca por completo, o casi por completo. Yo, al menos, no he conseguido captarlo, seguramente por mi propia incapacidad para entender la técnica, aunque no creo que sea el único al que le pase.


Me recuerda esto a una anécdota que se me quedó grabada de niño, cuando un día, viendo la por televisión un capítulo de Marco, una de las primeras series de dibujos japoneses, a una tía abuela mía se le escapo un lagrima.


- ¡Qué bien trabaja este niño!, dijo mi tía

- Tía, qué son dibujos animados, dijimos al unísono mis hermanos y yo -mientras no parábamos de reir.
- Bueno, da igual, pero que bien lo hace el chaval


Una adelantada mi anciana tía, dada la evolución de la técnica cinematográfica.


Tintín, el secreto del Unicornio, es el resultado de 30 años de reflexión ya que el primer contacto de Spielberg con la obra de Hergé se remonta a 1981, cuando un crítico francés sugirió que el primer Indiana Jones (En Busca del Arca Perdida) era simplemente una moderna revisión del clásico del comic belga. Al leer esto, Steven Spielberg, que no conocía el personaje, de mucha mayor influencia en Europa que en los Estados Unidos, compró todas sus aventuras y, aun a pesar de los problemas con el idioma (compró la colección de comics en francés), quedó fascinado por el personaje y adquirió los derechos para hacer una película. Por aquel entonces solo tenía claro quien podría interpretar al capitán Haddock, el actor norteamericano Jack Nicholson. En 1983, Hergé y Spilberg, con motivo del estreno de la segunda aventura de Indiana Jones, tenían pensado conocerse personalmente en Londrés, pero el belga murió unas semanas antes.


Diez años después, en 1993 y quizá como consecuencia del realismo conseguido con los dinosaurios de Jurassic Parck, Spielberg empezó a pensar en la animación por ordenador para rodar las aventuras de Tintín. Por supuesto los avances posteriores, tanto de Pixar (Toy Story), como Avatar de James Camaron (2009) permitieron alcanzar un dominio de la técnica suficiente para dar forma definitiva al proyecto.

La película tiene todas las constantes de Steven Spielberg, ritmo frenético y un magnifico oficio, pero a mí, a pesar de todo el despliegue, me parece que las grandes obras del maestro siguen siendo las que dedicó a la II Guerra Mundial (La Lista de Shindler y Salvad al Soldado Ryan). Lo que quiero decir es que, a pesar del 3D, de toda la técnica disponible y del enorme presupuesto, es en el cine tradicional, con buenos actores y un director que sepa bien mover la cámara y contar una historia, donde sigo encontrando la emoción indescriptible de la sala oscura. Hay excepciones, Toy Story 3, Ratatouille, Up y en general toda la obra de Pixar, pero en el resto solo suelo encontrar espectáculo, muchas veces del bueno, evidentemente, pero no la emoción que me transmiten los grandes actores reales.


Y si no esperad a ver una película muda y en blanco y negro, absolutamente maravillosa que pronto estará entre nosotros, L’artiste (Francia, 2011), con Jean Dujardin en su papel protagonista, premio de interpretación en el último festival de Venecia. El cine en estado puro, sin más adornos que una hermosa fotografía, unos excelentes actores y una linda historia de amor, de éxito, fracaso y resurrección.

Algo así como el proyecto que un día quisiera llegar a diseñar y construir, un edificio exento absolutamente de pirotecnia y de ornamento, austero, casi desnudo, pero pleno de una atmósfera única, personal y rotunda.


Pues como siempre respondía Antoñete, el maestro del toreo recientemente fallecido, la mejor faena es la soñada, la que aún está por realizar.


Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com
Madrid – Buenos Aires

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