domingo, 19 de junio de 2011

Enrique Flores (Madrid, 1967) y la acampada de Sol (Madrid, mayo 2011)











Entre otras muchas cosas, el movimiento 15M (the spanish revolution, aunque algunos todavía no parecen enterarse de eso), me ha descubierto un ilustrador interesante. Entre su obra gráfica y nuestra manera de entender la arquitectura hay ciertas relaciones de semejanza: buscar la belleza del momento casual, aprovechar las circunstancias, improvisación. De esas puedo hablar sin pudor.

Enrique Flores (Madrid, 1967), realizó multitud de dibujos entre la manifestación del 15 de mayo de 2011 y el levantamiento de la acampada de Sol (27 días después). Como me ocurre con este blog, lo que empezó siendo una decisión improvisada, se convierte en una maravillosa obligación (por lo que tiene de búsqueda, crecimiento, exploración de los propios recursos).
Una próxima publicación recogerá 60 de los dibujos realizados por Enrique Flores en esos 28 días. Me gusta la forma natural en la que el ilustrador explica su trabajo:

Más que hacer una obra de arte, busco contar situaciones cotidianas y como son frenéticas, hay que dibujar muy rápido.

La reducción de plantilla a la que se ha visto obligado, por imperativo económico, nuestro atelier de arquitectura, nos obliga también a trabajar así: ágilmente, frenéticamente también, improvisando en las decisiones de obra y no comprometiéndonos a la entrega posterior de soluciones técnicas que paralicen o retrasen el trabajo de los adjudicatarios de las obras que proyectamos y/o dirigimos.

Sin embargo, no es nueva esta manera de plantear el trabajo, pues es algo que intencionadamente ya hacíamos desde nuestro despertar profesional, lo que se traduce en una sensación de espontaneidad que, pensamos, influye muy favorablemente en nuestra obra: una manera, en cierto modo caótica, de entender la intervención sobre edificios antiguos, paralela a la consolidación de nuestra propia manera de vivir, de proyectar y de concebir la intervención arquitectónica, muy alejada de manierismos y refinamientos fingidos o impostados.

Flores, de igual manera, no usa goma de borrar porque dice no temer al borrón. Nosotros tampoco. Algo que aprendimos ya en las clases de dibujo arquitectónico o análisis de formas en la escuela de arquitectura. Trazos ágiles, decisiones firmes, líneas seguras.

Evidentemente, como nos ocurre a nosotros, no todos los resultados están al mismo nivel, pero de vez en cuando, y eso es lo importante, aparece una pieza claramente excepcional.

Luis Cercós (LC-Architects)

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