domingo, 29 de agosto de 2010

Oscar Niemeyer y otra gente sin complejos

La palabra “complejo” tiene dos acepciones: una buena (lo que se compone de elementos diversos) y otra mala (el conjunto de ideas, emociones y tendencias generalmente reprimidas y asociadas a experiencias del sujeto, que perturban su comportamiento). Hasta aquí, como casi todo lo que no es bueno o malo en sí mismo. También tiene una acepción arquitectónica: conjunto de edificios o instalaciones agrupados para una actividad común.

Reconozco muchos complejos: me gustaría ser más alto, más delgado, tener más pelo. Nada importante, por otro lado.

Los países tienen también complejos: de no ser demasiado importantes, demasiado demócratas, demasiado ricos o demasiado pobres.

Este blog, como queda demostrado en la entrada anterior, tiene un gran complejo: se titula de arquitectura y habla poco de ello. ¿Y por qué no abres otro segundo blog?, me ha preguntado hoy mi esposa.

No la he respondido yo, sino uno de esos personajes con los que merece la pena tomar una copa, charlar y dar un paseo al borde del mar. Por cierto, él es arquitecto y si no fuese como es, no habría hecho la arquitectura que ha hecho.

O lo que es lo mismo: adiós complejos.

A este personaje, Max Seitz (BBC Estudio Abierto) le hizo una entrevista a partir de preguntas enviadas por sus lectores (http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/forums/newsid_6639000/6639823.stm).

- Usted dice que le gustaría crear una universidad donde no existan especialidades. ¿Nos podría contar sobre este proyecto?

Fue en Argelia donde yo construí la primera universidad. Estaba allí con el antropólogo brasileño Darcy Ribeiro, muy inteligente y muy educador. Él defendía la buena relación entre estudiantes para que hubiera un intercambio de experiencias.

En la Universidad de Constantino prevaleció esa idea. En lugar de construir un predio para cada facultad, construimos dos grandes edificios: uno de ciencias y el otro que utilizan todos los estudiantes de la universidad para lograr esa relación que debe existir entre los hombres, evitando salir de la facultad sabiendo sólo de su profesión. Allí se dan conferencias sobre literatura, filosofía y ciencias, para que el alumno se haga una idea del mundo en el que va a vivir, no pensando sólo en ser un vencedor.

Es importante que la persona tenga un saber para la vida, conociendo las cosas generales. No queremos hacer un intelectual, sino un hombre interesado por la vida. Y que lea. La lectura es lo más importante para conocer el mundo en el que se vive.

Quizá ya lo has adivinado: quien habla se llama Oscar Niemeyer y está a punto de cumplir 103 años.

Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
luiscercos@hotmail.es

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